El síndrome de Rimbaud


Miguel Ángel Castiñeira -
Otro episodio de mi guerrilla contra el talento.
Ridiculizaba cualquier intento por llamar la atención. Amaba el arte por el arte desde el momento en que lo descubrió como una herramienta para alcanzar la omnipresencia. En vano trataban los mortales de predecirlo… de entenderlo. Era un poeta maldito, un misterio en la historia de la literatura. 
Si alguien en la actualidad se considera extravagante, con una intelectualidad precoz, convincente en su forma de ver el mundo, le recomendaría leer sobre la vida de Jean Nicolás Arthur Rimbaud. Opacaría al más radical de los excéntricos.
Rimbaud no dejó, realmente, ninguna descendencia, pero yo he conocido a sus presuntos hijos. Se identifican por la hiperactividad. Comparten sus pensamientos casi a la par que respiran. Invaden el espacio a su alrededor a fuerza de gritos. Molestan por placer. Odian la mediocridad. No salen de los extremos. Se creen especiales y filman de locos durante tanto tiempo que terminan siéndolo. Además, hablan con tanta insistencia sobre sus habilidades inexistentes que, por suerte o por desgracia, terminan por convencer a la plebe. Sin embargo, nadie le llega a los talones al francés al cual le bastaron tres años y dos libros para revolucionar la poesía universal.
Justo cuando pensé borrar este trabajo, tuve una Iluminación*:
*Precisamente Iluminaciones es una colección de poemas en prosa de Rimbaud
Jesús llegó a la tierra diciendo ser el elegido. Nadie le creía, pero él seguía enfrascado en la misma idea. Poco a poco empezó a captar adeptos, su micro-verdad pasó a ser una macro-verdad y, tras su muerte, comenzó a desarrollarse la leyenda. Independiente a las discusiones sobre teología: ¿no pasará lo mismo con el talento de estos Hombres-Rimbaud?, ¿habrá pasado lo mismo con el auténtico Rimbaud? 
Me siento engañado, a partir de hoy entenderé el talento como un poder de convicción por parte de algún que otro personaje que, intentando monopolizar el arte, teme enfrentar la vida sin antes obligar a los demás a admirarlo y hacerlo sentir especial. La verdad, me cuestiono la existencia de un don artístico solo al alcance de pocos.    

Comentarios

  1. Creo ser una de los tantos degustadores de la obra de Rimbaud, el enfant terrible francés. He leído las Iluminaciones, Una Temporada en el Infierno, y y tengo una gran predilección por el poema Oración de la tarde. En tal sentido, discrepo un tanto del autor en magnificar su condición de poet maudit, poeta maldito. En primer lugar porque no era un comportamiento per se, era una reacción de los escritores de la época ante un estado de cosas que afectaban al artista, su discurso epatante, beligerante, era una especie de discurso de resistencia. El talento del poeta, no nos engañemos, tenía sus fundamentos en muchas horas de estudio autodidacta. Sin duda, el misterio de la psicología de la creación poética sigue vigente, pero ya se han desechado mitos como el del artista signado que escribe solo por talento innato, mito que es hijo también del contexto de los creadores de siglos anteriores. En fin, no concuerdo en hacer una apología al genio, sino más bien en penetrar su magnificientes textos.

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    1. Era un tanto predecible el comentario. Desde un principio sabía que hablar de una figura tan importante desde un plano personal, chismeando de su vida sobre la base de especulaciones, llevaría a algún que otro ávido lector de poesía a sacar la cara por el difunto Rimbaud. Mi objetivo no era ensañarme con él, mi objetivo no era hacer una crítica literaria, más bien intentaba demostrar la relatividad del arte y de las disímiles formas de concebirlo. No atacaba a una persona, atacaba a la arrogancia de muchos artistas que, con tal de no ser criticados, convierten los textos en bloques indigeribles alejando de esta forma la literatura de las masas. No me importa si Rimbaud era egocéntrico o no, ni si tenía talento o estudiaba en su casa mientras se quedaba a oscuras bajo la luz de una vela, ni si orinaba sobre la mesa de los parmesianos. Pero si me afectan los que orinan sobre mi mesa y los que me imponen su ego en la cara. Para su curiosidad, mi texto nació gracias a un comentario como el suyo, un comentario que intentaba dejar en duda mi capacidad creativa dando rienda suelta a una palabrería inentendible. Espero que usted colabore con nuestro blog aportándonos ese análisis a la obra del poeta y que al pueblo le gusta. Cuidado, no vaya a ser que solamente lo terminen entendiendo usted y Rimbaud.

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  2. Vuelves Migue a discurrir tu pluma para mostrar el olimpismo de tu verbo, la singularidad de tu credo...el miedo a los espectros, el juego de la parsimoniosa levedad del ser, el camino parafernálico de tus conjeturas, de tus instintos proverbiales, de tu magnificiente e incuestionable forma de ver el mundo...para ti, un millón de gracias...para Rimbaud un millón de dudas...

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    1. Dicen que el mejor amigo es aquel que se disfraza de enemigo para probar nuestras habilidades. Dicen que el peor enemigo es aquel que se disfraza de amigo para destruirnos desde dentro. He tomado este concepto como mío, por eso, a pesar de todo y las ironías, a usted pvelazques, yo lo considero un amigo. Saludos Miguel

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