Pedro
Jorge Velázquez -
Ojos
atentos. Manos cruzadas. Pies inquietos. Silencio en la sala. Solo el T.V
habla. Solo su voz suena. Ojos atentos, sin pestañar. Piel erizada. Una lágrima
escapa a veces. Una sonrisa y un brinco. Hasta un aplauso a lo lejos. Espera.
Tensión total…
Y la ganadora de “Sonando en Cuba” es…y un nombre culminó un período de trabajo aunque “trabajo” no englobe todo el esfuerzo que significó encontrar el más apto de los competidores de la segunda temporada.
Y la ganadora de “Sonando en Cuba” es…y un nombre culminó un período de trabajo aunque “trabajo” no englobe todo el esfuerzo que significó encontrar el más apto de los competidores de la segunda temporada.
Sin escapar
del esquema básico del reality show “Sonando en Cuba” ha impuesto un sello de
identidad y naturalidad difícil de encontrar en cualquiera de las producciones
análogas de televisoras foráneas. Se quedan muy por debajo concursos como “Nuestra
Belleza Latina”, “La Banda”, “La Voz” (en sus diferentes países y rango de
edades), “Bailando por un sueño”, porque
sin lugar a dudas, en estos no hay un objetivo inicial de elevar el status
cultural de una población carente de sensibilidad educativa; mas prima un fin
de mercado que rodea lo peripatético y suministra cuánta basura se les ocurre
para manipular los sentimientos del público y convertirlos en partícipes
viciosos de estos shows.
Esta competencia televisiva se diferencia, en cambio, por su
inyección intravenosa de lo más puro de nuestra música local, por su sentido de
pertenencia con la Patria, con sus pautas culturales y sus entes sociales.
“Sonando en
Cuba” esta vez, supo alejarse de los comentarios peyorativos que rodearon la
primera temporada de este concurso y superó con creces todos los escollos
encontrados por críticos especializados y por el propio pueblo cubano. Derogó
la limitante de solo aceptar canciones de la música popular bailable y abrió su
diapasón de presentaciones con dúos, tríos y cuartetos para imponer retos de
colectividad a los concursantes.
En esta ocasión dividió su estructura en regiones para lograr
una rivalidad entre concursantes y mentores aunque esto perjudicó la selección de
la calidad exacta porque en ocasiones eliminaron concursantes de alguna región
(x) con un mayor talento y recorrido que los que quedaban en otra región (y).
Dejo a su merced la consideración sobre cuál fue la región de mayor calidad
artística.
Sin obviar
de la visión del televidente el objetivo artístico del programa, los
realizadores encontraron trillos bien asfaltados para llegar a la meta: visitas
a centros beneficiarios como un asilo de ancianos y un orfanato, encuentros con
estudiantes en centros educativos y la asistencia a peñas de música
tradicional, invitaciones al programa a muchos de los más grandes músicos
cubanos, contacto directo de los concursantes con el pueblo en las calles habaneras.
Incluso pegaron calcomanías en guaguas y bicitaxis con el imagotipo del concurso
y como colofón, realizaron acciones humanas y patrióticas, como apoyar a los damnificados del Huracán Matthew con palabras propias de los concursantes, spots en
contra del bloqueo norteamericano y hasta hacernos recordar ese sentimiento de la
niñez y que perdura para siempre cuando arrojamos flores al mar como homenaje a
la presencia viva de nuestro Camilo Cienfuegos.
Amén de que
el programa es transmitido por la Televisión Cubana, los aplausos y honores son
para la cadena RTV Comercial y su gerente Joel Ortega, quien estuvo pendiente
de cada detalle para eliminar las manchas y hacer que todo fuese luz, también
fue quien propició una alianza con Telemundo de Puerto Rico para que se
trasmitiese la gala final en la isla del encanto.
Otro logro de esta temporada
son los resultados especulativos que anuncian grandes planes para un futuro
proyecto que incluya Latinoamérica y el Caribe. Nada más atractivo que los
videos cortos que constituyeron el bagaje complementario del programa,
enfocados por un montaje y una edición fantásticos para lograr un dinamismo
único, poco visto en nuestra televisión.
De los
protagonistas, no hay mucho más que decir. El jurado o los mentores como se les
fue llamando por el sistema de regiones demostraron una capacidad de guías que
quizás ni ellos imaginaban tener. Sin perder la ética
profesional, los coachs Paulo FG, Mayito y Haila lo mismo guaracharon en el
escenario con sus concursantes que, con mano severa, los criticaron en cada uno
de sus huecos en el plano musical.
Los concursantes, claramente más preparados
y talentosos que los de la primera temporada, encontraron refugio en todos los
géneros de la música cubana, aprendieron y crecieron como artistas, se
adjudicaron un lugar en algunas agrupaciones musicales con vacantes y se
convirtieron, en poco tiempo, en paradigmas que representaron para todos los
televidentes los salvaguardas más inmediatos de nuestra identidad musical, dado
el carácter abarcador y la influencia de la televisión sobre la población.
Momento
único para Yulaysi Miranda, Rosa María Moret y Dayana Batista (finalistas del
concurso) cuando pudieron, luego de muchas semanas y justo antes del
espectáculo final, regresar a sus lugares de origen y sentir como nunca, el más
genuino y denso apoyo del pueblo que las vio nacer, crecer, ganar.
La única
multa severa para esta segunda edición (por ser un caso repetido) se la lleva
la conducción. Sin querer vilipendiarlos en toda su magnitud, creo que les
faltó la magia y la naturalidad de locutear con solvencia, pero claro, esto
solo se logra con un grado cultural suficiente que te permita dominar todos los
segmentos del programa, un vocabulario óptimo que te resuelva de situaciones
difíciles y un manejo del espacio y el tiempo que denote una experiencia
acumulada.
Rosa María fue
una digna competidora de Cienfuegos, representando a toda la Región Central
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En favor de los
conductores puede decirse que mejoraron sus actuaciones con el paso semanal del
concurso
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La gala
final, llena de sorpresas, fue el espacio ideal para mostrar nuestra empatía
con el pueblo puertorriqueño. Mil gracias a Víctor Manuel y a Olga Tañón por
ser parte de esta obra concretada por muchos músicos y realizadores. También
las gracias para Pablo FG por la idea inicial que al comienzo fue loca y ahora,
es necesaria. Debemos aprender a despojarnos de lo anticuado e ir al paso del
mundo, ser y hacer, enfocados en productos comunicativos novedosos e
interesantes.
No es copiar la palabra de orden, es beber de las buenas ideas de
otros.
Deseo desde acá en la UCLV, como todos los jóvenes, que el programa siga
en ascenso y haga ver al mundo el talento innato que tenemos los cubanos en
materia musical porque los cubanos somos más cada día, no en número sino en
deseos; somos más conga, bolero, mambo y son. Somos más soñadores, más
emprendedores. Somos cubanos y sonamos, cada día, más cubanos.
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