2017 y el calendario revolucionario (segunda parte)

"Para las fuerzas revolucionarias, que ven desfallecer los tímidos procesos sociales del siglo XXI, revivir los ideales de octubre es imprescindible para replantearse las estrategias de lucha tan dispersas."


Dr. C. Rafael Plá León* - Aún hoy, el evidente renacimiento de Rusia como potencia tiene como referente lo que en otra época llegó a ser la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la URSS, formada al calor de la revolución, en diciembre de 1922 y que existió como Estado hasta que, como resultado de la perestroika gorbachoviana, feneció en diciembre de 1991.
No sabemos cómo acogerá la Rusia de Putin el centenario de la Revolución de Octubre, pero para las fuerzas revolucionarias, que ven desfallecer los tímidos procesos sociales del siglo XXI, revivir los ideales de Octubre es imprescindible para replantearse las estrategias de lucha tan dispersas. El capital no se puede vencer con sus propias armas. Si se utilizan las “armas melladas del capitalismo”, al decir del Che, la única garantía es vivir de retorno al odioso sistema capitalista, y no en sus formas civilizadas precisamente.
Y ya que he mencionado el santo, se impone recordar que 2017 es también el año del Cincuentenario de la caída del Che en Bolivia; un comunista que inspiró toda su acción en los ideales de la Revolución de Octubre, en las enseñanzas de Lenin y que, a su vez, con la creatividad propia de los grandes, le dio formas nuevas y relanzó, junto con Fidel, la idea del comunismo como única vía para acabar con el capitalismo.
La celebración conjunta de ambas fechas es de todo punto de vista coherente. Octubre y Che, cien y cincuenta años atrás, se alzan hoy con toda la vigencia del ideal social que defendieron; y se merecen un recuerdo conjunto. Recordar al Che enlazado a los ideales de Octubre es recordar el tiempo que dedicó a atender la formación política de la juventud, en educarla en el trabajo voluntario, única forma de ir haciendo anacrónico el trabajo asalariado, del cual se alimenta el capitalismo día a día, en potenciar el desarrollo industrial como base del desarrollo económico y social, en educar a los obreros en una nueva relación de propiedad con respecto a los medios de producción.
Es necesario coordinar actividades que saluden estas dos fechas, rescatando el espíritu revolucionario que encierran, llevando a los jóvenes las ideas que movieron tanto a los bolcheviques como al Che con sus barbudos a cambiar de raíz el orden de cosas existentes.
Un plan que comience desde ya, rastreando los momentos históricos de la Revolución de Octubre o los de la guerrilla del Che en Bolivia, que propicien tratar temáticas de importancia teórica e ideológica. Desde la academia historiadores, filósofos, economistas, sociólogos, juristas pueden coordinar un plan de conferencias en torno a los temas más candentes de la teoría revolucionaria.
No vamos a soñar con hacer una nueva Revolución de Octubre, pero considerando la vigencia que puedan tener esas ideas, preparamos mejor la revolución por venir. No habrá que crear soviets, pero sí renovar la concepción de nuestros órganos de poder popular, impotentes y anquilosados en gran medida.
Estudiando la construcción del partido bolchevique, podremos comprender mejor la justeza de nuestro único partido, ajeno a la politiquería burguesa, y podremos mirar críticamente hacia su propia burocratización y la pérdida de su filo revolucionario. Volviendo a las experiencias de Lenin, Fidel y el Che en la construcción económica, daríamos un verdadero enfoque revolucionario a la reclamada “actualización” del “modelo” cubano. Y así, sucesivamente.
Los jóvenes deben conocer mejor los ideales de Octubre y los del Che, que son los mismos; deben comprender mejor cuáles son los procesos que frenan el avance hacia una sociedad más justa y libre, para empinarse sobre ellos y superarlos. Y no se puede temer a que oigan la palabra comunismo y les asuste. Deben comprender lo que significa en realidad, deben comprender todo el contenido de libertad que encierra.
Hay que rescatar la palabra comunismo de su manoseo burocrático. La burocracia, como le asusta el comunismo, tiende a convertirlo en un sueño celestial imposible de alcanzar. Hay que recuperar el sentido práctico del comunismo, como construcción de una red de solidaridad humana, pero también de emprendimiento práctico que solucione problemas que cotidianamente se presentan en la producción y los servicios y que no hallan solución por vía del trabajo asalariado.
Un ¡hurra! para los bolcheviques y un ¡viva! para el Che en este 2017, que se unan al homenaje permanente del pensamiento de Fidel en la construcción de una sociedad más humana.

* Profesor del Departamento de Filosofía de la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas

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