La pedagoga Clara Rosa Niebla Cuello, miembro de la Sociedad Cultural José Martí, reflexiona sobre la vida y la obra del más genial y universal de todos los cubanos.
Giovany Peñate Cruz - En esta semana del aniversario del natalicio del Apóstol, la pedagoga,
miembro de la Sociedad Cultural José Martí y especialista en temas martianos
Clara Rosa Niebla Cuello, reflexiona sobre el papel de la vida y obra del más
genial y universal de todos los cubanos en la formación de valores en la Cuba
de hoy.
José Martí resulta un referente obligado
en la formación de valores. ¿Cree usted que en los momentos actuales se utiliza
adecuadamente estas potencialidades?
-Sin dudas, tanto
la vida como la obra de Martí constituyen una reserva poco explotada en la
formación de valores humanos, morales, éticos y también estéticos. En su
quehacer, El Maestro nos enseña con su ejemplo y su palabra como convertirnos
en hombres de bien.
Hoy estas
potencialidades son poco utilizadas pues no hemos logrado profundizar en ellas,
por falta de tiempo para su estudio y por la ausencia de una asignatura con
este fin, en los diferentes niveles de enseñanza.
Ello unido a la
monotonía y desmotivación con que los profesores imparten estos temas,
conllevan a un desgaste en el discurso martiano. Ante estas circunstancias la
Sociedad Cultural ofrece postgrados, pero aún queda mucho por hacer.
¿Cómo proyectar entonces, el discurso martiano
sin que resulte desgastante?
Bueno, la vida y
obra del Maestro hay que dosificársela al niño desde edades muy tempranas, enseñándole
a llevar una flor para Martí todos los días, inculcándole, desde la familia, el
amor hacia nuestro Héroe Nacional, acercándolo a su estudio, pero sin que esto
ocurra de forma obligatoria.
En el caso de la
escuela debemos lograr mayor dinamismo en las clases sobre El Apóstol,
seleccionar textos martianos con temas que les agraden a los jóvenes, propiciar
el diálogo y la reflexión entre los alumnos, buscar formas atrayentes,
novedosas y frescas de llevarles el mensaje, realizar actividades culturales,
con peñas literarias, concursos, tertulias que a la vez rescaten lo mejor de
nuestras tradiciones.
Para ello debemos
lograr la unidad entre los diferentes factores involucrados en la formación de las
nuevas generaciones. Además, a los jóvenes no le podemos repetir hasta el
cansancio lo que ya conocen de José Martí, hay que enseñarles nuevos elementos
de la vida y obra del más universal de todos los cubanos según transitan por
los diferentes niveles de la educación.
En momentos de un cambio de política de
Estados Unidos con respecto a Cuba ¿Qué importancia prestan las ideas del
Apóstol?
El gobierno de
los Estados Unidos cambió los métodos, pero los objetivos siguen siendo los
mismos. Nos pretenden penetrar por los jóvenes y la cultura. Martí dijo: la guerra es a pensamientos, ganémosla a
pensamientos (…) trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras.
Es la hora de
comprender toda la sabia que Martí nos legó en sus múltiples artículos
referidos al norte revuelto y brutal que
nos desprecia, es momento de utilizar su visión de futuro.
¿Existe vigencia del pensamiento y del
ideario martiano
en los cubanos?
-Sí, cada
cubano vive con Martí por siempre, lo llevamos dentro, todos lo queremos, lo
que cada cual a su manera. Lo que nos viene faltando es profundidad y
divulgación.
De no cambiar la proyección actual del
discurso martiano ¿qué sucedería?
-Yo soy
optimista, pero si continuamos hablándole de Martí a los jóvenes de forma
esquemática, estos se irán alejando cada vez más con las nuevas tecnologías de
la información y las comunicaciones y en los escenarios actuales de la
subversión político-ideológica.
La generación de
hoy tiene la responsabilidad de continuar la obra de la Revolución, pero si no
actuamos con la suficiente capacidad, inteligencia, deseos de que nuestro
proceso siga adelante, nos alejamos del pensamiento del Maestro y no vemos su
vigencia, sería una gran dificultad para el país».
Tenemos que
cambiar porque el pueblo que olvida su
pasado no tiene derecho a vivir en el presente y a proyectarse hacia el futuro,
resultaríamos condenados de las propias palabras de nuestro Apóstol y traidores
a los héroes de la independencia.
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