Fredy

¡Fredy no está loco! Sí, tiene una enfermedad que forma una idea obsesiva y actúa diferente a la mayoría. Pero, ¿cuánto debemos aprender de él? ¿cuántos Fredy necesita nuestra Cuba de hoy?



Lázaro Arias Yusta - Acompaña la salida del sol de casi todos los días laborales, bandera cubana a cuestas e instrumentos de laboreo en ristre. No exige un auditorio, simplemente lo hace porque lo siente necesario. Su enfermedad hizo que todos los que lo querían se fueran distanciando poco a poco. Fidelista acérrimo, trabajador incansable, orador frustrado.
Todos los pequeños asentamientos tienen uno que los identifica, aunque muchos prefieran a otro incógnito que enloqueció luego de perder a su hermano en la guerra de Angola. Yo le entrego el título al caminante que nos llama a hacer, a plantar cara ante lo mal hecho.
Fredy siembra flores, regala naranjas, limpia el jardín de la escuela primaria a la que también donó su refrigerador. Con pico y carretilla le hizo frente a un mítico bache con su respectivo salidero en la localidad de Viñas, colocó asientos en una parada vacía para que las personas no tuvieran que esperar el transporte de pie. Nunca olvida una fecha como el día de la mujer o de la medicina.
Varios días a la semana celebra un “matutino” en el que casi siempre nos exhorta a hacer. Da un parte del trabajo que realiza el día anterior, de la producción de la industria y se coloca como ejemplo de lo mucho que puede hacer un hombre con esfuerzo y sin segundas intenciones.
Pocos recuerdan a Fredy Herrera Arocha como el padre de familia y miembro del Partido Comunista de Cuba que trabajaba en la destilería “Santa Fe” de Remedios y hablaba de Fidel como un Dios. Sin duda, los años lo deterioran. Ya debe estar sobre los 50, su barba crece, la bandera cubana que lo acompaña en su bicicleta ya destiñe sus colores, ya no usa guayaberas y gorra pues las cambió por ropas de trabajo y un sombrero con los que labora de forma voluntaria en el huerto de la comunidad.
Levanta su voz en las mañanas, aunque nadie detiene su paso para escucharlo y hagan comentarios tendenciosos de su demencia. Todos guardan silencio cuando habla de las zafras de hace 30 años, del precio de los productos del agro, de lo difícil de la vida. Los presentes asienten con la mirada cuando juzga la indiferencia de los dirigentes de la industria ante las condiciones de hoy, cuando crítica el estímulo de los trabajadores, el salario que no alcanza, a los que roban por necesidad y los que lo hacen por ambición.


Entonces… ¡Fredy no está loco! Sí, tiene una enfermedad que forma una idea obsesiva y actúa diferente a la mayoría. Pero, ¿cuánto debemos aprender de él? ¿cuántos Fredy necesita nuestra Cuba de hoy?

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