Este 6 de enero el mundo
católico tuvo lugar la celebración litúrgica de la Epifanía o Reyes Magos. Atrás queda para los religiosos el período navideño, solemnidad
donde se conmemora el supuesto nacimiento de Jesús en Belén. Pero aparte de ese
origen cristiano de la Navidad, esta fiesta ha ido mezclando su carácter
religioso con la tradición de convivencia familiar, de una manera más laical.
En la actualidad la expansión comercial de Estados Unidos, ha convertido y
exportado a Santa Claus como el personaje central de la Navidad en todo el
mundo. Las tradiciones religiosas y familiares han sucumbido ante la
mercadotecnia y le han imprimido un carácter comercial. Estas fechas también deberían ser para reflexionar porque son mucho más que simplemente
“Feliz Navidad”.
Giovany Peñate Cruz - “Era 24
de diciembre y mi familia como de costumbre se encontraba festejando por la
fecha, de pronto mi nieto más pequeño salió del cuarto vestido de un personaje
al que llamaba Papá Noel, reclamando sus regalos de navidad”- nos cuenta
Caridad, una cubana de 65 años que no entiende algunos fenómenos del mundo de
hoy.
“Sin
comprender todavía le pregunto a su padre (mi hijo) y este me responde que esos
son unos dibujos animados que el niño vio”- continua relatando Caridad mientras
teme ante estas agresiones que sufre nuestro folklor.
Esta
historia no resulta la única que muestra la penetración de estereotipos
extranjeros en procesos de nuestra cultura popular como las celebraciones por
fin de año.
Los
cubanos esperamos los finales del mes de diciembre para festejar junto a los
familiares y amigos más cercanos el cierre de un año y el inicio de otro. Por
esos días el olor a fiesta criolla late en todos los rincones de la geografía
nacional.
El cerdo
asado, el arroz moro o congrí, la yuca con mojito, los dulces tradicionales, el ajiaco, la caldosa, el
arroz imperial y el frito, la ensalada, el ron, la cerveza y otros aperitivos
amenizan la mesa cubana en las últimas jornadas de diciembre.
Como un
simbolismo ya, existen dos celebraciones durante las festividades por fin de
año: el 24 de diciembre y el 31.
En la primera
cada cubano se prepara para realizar la comida de la noche del 24 de diciembre
o Nochebuena, donde los integrantes de la familia reunidos, conversan,
comparten y se divierten.
Mientras
que el 31 de diciembre se prepara un festejo, con toda la familia, muy parecido
al de Nochebuena pero esta vez en espera de las doce de la noche, para despedir
el año viejo y recibir el nuevo.
A
medianoche se quema un muñeco confeccionado con ropas en desuso (símbolo del
año viejo), se arroja un cubo con agua en la calle para expulsar lo malo, se
camina por toda la manzana con un maletín buscando un viaje y se recibe el año
con muchísimas iniciativas que varían a lo largo y ancho del país.
Entonces,
si tenemos tantas maneras propias de celebrar ¿por qué extranjerizar nuestra
idiosincrasia con costumbres que no nos pertenecen?
Lo cierto
es que en los últimos tiempos vemos como a través de películas, series,
novelas, dibujos animados y otros productos comunicativos se pretenden implantar
las tradiciones foráneas de celebrar el fin de año en otras culturas, en este
caso en la cubana, violando así el desarrollo socio-cultural de la nación.
Desde el
proceso de formación y consolidación de la nación y la nacionalidad cubanas y
con el surgimiento del criollo, el cubano fue tomando costumbres de la mezcla
de culturas de las cuales yace (españoles, africanos y aborígenes).
No
obstante, con el cubano nace una nueva cultura que no es el resultado de la
suma de sus antecesoras, sino su mezcla creadora, y una selección y adaptación
a las condiciones naturales e históricas de Cuba, o sea una cultura con
tradiciones y costumbres propias y que marcan la identidad de un pueblo.
Es por
ello que las festividades de fin de año como síntesis de lo mejor del folklor
cubano deben mantener su espíritu genuinamente auténtico sin copiar ni imitar
la identidad de otras culturas.
Y no es
capricho, ni se trata de mentalidades cerradas, es el sentido común por la
cultura nacional y nuestra idiosincrasia. Por qué sumirnos a las leyes
imponentes del mercado, al consumismo, a la parafernalia de dominación y
conquista ideológica y cultural, a la pacotilla que se vende para dañar
nuestros cimientos.
Levantemos
las costumbres que nos hacen cubanos, esas por las que nos identifican en
cualquier parte del mundo. Cerrémosle la puerta a todo aquello que nos huela a
copia o calcado. En las tradiciones y la cultura de los pueblos la reproducción
no funciona y menos en una realidad como la cubana donde el folklor es tan
fuerte que no necesitamos préstamos.
Y aunque
el tema de las festividades por fin de año pudiera parecer bastante simple
frente al fenómeno de la penetración cultural, se puede asegurar que resulta
solo la punta de un icerbeg muy peligroso y que es mucho más que navidad,
navidad, feliz navidad.
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