"Soy un animal de periódico"

Entrevista al periodista cienfueguero Julio Martínez Molina




Félix Jesús Hernández Pérez -  Fue a uno de los primeros que le pedí ayuda cuando mis intereses al periodismo se volvieron objetivos de mi vida. Luego de algún tiempo, y ya estudiando la carrera, sumado a todo esto los comentarios polémicos que se tornan en mi aula con sus artículos y críticas, que semanalmente llevo para compartirlos, decido entrevistar a Julio Martínez Molina, periodista y crítico cienfueguero, miembro de la Uneac, la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica y la Asociación Cubana de la Crítica de Cine y así conocer de su vida personal y profesional.

¿Cómo llega Julio al periodismo?
Desde niño quería ser crítico de cine, no periodista. Pero el mismo conocimiento omnívoro que propiciaba la adquisición de saberes para esa profesión, que no se estudia en ninguna escuela, me hizo acercarme al periódico, que era el único que contenía este espacio expresivo. Ahí me enamoré de la noticia, del conocer día a día que pasaba. Fui fomentando un archivo desde niño con temas específicos como política, cultura, economía y deporte, siempre con la particularidad de la crítica, donde me especialicé y a lo largo de tanto tiempo la he venido manteniendo en publicaciones como Cine Cubano, El Caimán Barbudo y mi blog personal La viña de los Lumiére, así como en columnas en la página de la Uneac Nacional y en la sección digital (diaria) e impresa (mensual) La religión del fotograma en el periódico cienfueguero 5 de Septiembre.
Estudié en la ESPA preuniversitario deportivo de aquí (Cienfuegos), porque abominaba las escuelas al campo y aquí podía dedicarme a estudiar, en realidad bien poco a hacer deporte, con el objetivo de acceder a la Universidad de La Habana, donde ingreso en 1988. Tuve el honor de tener algunos buenos profesores, no todos… y de contar en la tutoría del Trabajo de Diploma con Enrique de la Osa, el decano de los periodistas cubanos, quien me asesoró en la tesis sobre Raúl Roa, uno de los intelectuales más amados y venerados por mí a lo largo de mi vida.

¿Por qué tu amor hacia el periodismo cultural?
La cultura es lo primero que hay que salvar, como recordó Barnet hace pocos días en la Plaza Antonio Maceo, en la conmemoración por del deceso de nuestro eterno Fidel. El periodismo cultural contribuye, no ya a abrazar las causas de nadie, sino a que la gente piense, se sensibilice, decante, establezca jerarquías artísticas y conozca las vanguardias culturales. De alguna manera, pese a todo el maremagno de mediocridad que nos circunda en la actualidad por las realidades socioeconómicas e influencias nefastas de todo signo, algunas personas reconocen la labor del periodismo cultural y esto me hace seguir trabajando. 
En el año 1993, cuando llegué al periódico 5 de septiembre, comienzo a escribir en la página cultural. Después soy jefe de esa sección, donde desde entonces mantengo la crítica de cine, incluso a despecho de algunos dirigentes. Un día, uno de los primeros secretarios del PCC que tuvimos me llevó a su oficina y me dijo que él conocía mi amor al cine pero que tenía aguantar un poco y ponerme para otras cosas. Yo le hice caso, pero… sin hacerle. Los amores, las aficiones y las inclinaciones naturales no se pueden romper.

En la actualidad estamos viendo un auge en el periodismo hipermedia ¿Crees que este pueda sustituir al periodismo tradicional?
Es una expresión de los tiempos que corren. No podemos estar alejados de la aplicación de las nuevas tecnologías. Aunque reconozca su utilidad, yo  como viejo animal de periódico que soy, no renuncio ni renunciaré al texto escrito puro que, desde antes de Gutenberg, lo dice, lo está diciendo y lo dirá todo más allá de cualquier adorno o complemento acorde con las épocas que sea necesario adecuar a partir de las tendencias dominantes y los adelantos científicos.

Hace algún tiempo los principales dirigentes de nuestro país están abogando por un periodismo a tono con la realidad que estamos viviendo. ¿Crees que se ha avanzado algo sobre esto?
No ha avanzado mucho porque no en todos los medios se ha tomado con igual fuerza. Hay una sola política pero hay mucha gente que tiene su propia política informativa. Uno de los periódicos, y no porque yo trabaje en él, que en los recientes años ha tomado una postura más de vanguardia, más sólida y más enardecida en ese camino es el nuestro. Lo logra a partir de trabajos encaminados al periodismo de investigación, a la crítica, a la vinculación con el periodismo ciudadano y a denunciar -de una manera constructiva en busca de soluciones-, los males que afectan a la sociedad cubana.

Cuando leemos tus críticas podemos ver que lo mismo analizas un gran filme que un reality show latinoamericano ¿Qué programas consumes?
Soy un consumidor total y absoluto de todo cuanto se está produciendo en el planeta, sea su calidad ínfima, regular o sublime. Para tener un juicio estético no se pueden ver solamente las obras maestras. Hay que ver la basura, que lamentablemente es lo que está dominando a partir de la introducción de la tele realidad en 1999, a partir del primer Gran Hermano que se hizo en Holanda y a partir de todos los realities. Y hay que ver las grandes series y las películas que están produciéndose en el momento.
 El paquete semanal posee miles de defectos como escribí en una ocasión, el 90 por ciento es mera porquería, pero tiene una gran y extraordinaria virtud y creo ser uno de los pocos periodistas que ha tenido la valentía de publicarlo en medios de prensa cubanos, no solo en el 5 de septiembre sino además en el Caimán Barbudo. Gracias a este fenómeno hemos tenido acceso a películas premiadas en los cuatro festivales clase A del planeta, que son Cannes, Venecia, Berlín y San Sebastián. Además, nos da un fácil acceso a materiales recién estrenados, los cuales no puede transmitir el ICAIC debido al nunca olvidable, porque no se puede olvidar, bloqueo criminal, que en todos los planos nos pone el imperio. Más allá de ese 90 por ciento destinado al olvido, el cinco por ciento del paquete es bueno, el tres por ciento es muy bueno y el dos por ciento es excepcionalmente bueno. En ese diez por ciento tienes que trabajar, viendo lo otro aleatoriamente.

Cuando leemos el 5 de septiembre podemos ver un gran número de trabajos hechos por ti...
No solo escribo en el 5 de septiembre, soy corresponsal de Granma en la provincia, el corresponsal de la página de la UNEAC Nacional, colaboro con el Caimán Barbudo, colaboro con Rebelión, un medio izquierdista español y colaboro con otros periódicos mexicanos de izquierda. Además, soy el único miembro de la UPEC en el país que tiene un blog de crítica de cine, que se llama La viña de los Lumiére y sale la sección La religión del fotograma en las versiones digital e impresa de 5 de Septiembre, así como la sección Anteriormente en…, de críticas de series de televisión. Ningún medio en Cuba, salvo el nuestro, posee una sección de este tipo, ni en versiones digitales ni mucho menos impresas.
No tengo alicientes económicos porque de donde único recibo remuneración es del periódico local. Incluso Granma es una tarea que asumo y por la cual no devengo honorarios, salvo un pago por colaboraciones que en la práctica es ínfimo. Escribo tanto, como dices, porque vivo espiritualmente de esto, lo respiro, es mi vida… Cada pequeño trabajo lo siento como un hijo mío que está viajando a través de la red. Valoro todo lo que escribo, desde lo que me cuesta una semana realizar hasta una nota informativa que ejecuto en tres minutos. Todos tienen una inmanencia, una personalidad, un significado y un lugar de acuerdo al contexto y a la motivación sobre la base de la cual se hicieron.

Indiscutiblemente eres un hombre que pasa gran parte del día trabajando ¿a qué  distribuyes tu tiempo libre?
Yo me levanto a las seis de la mañana y termino de escribir a las cuatro de la tarde. Mi tiempo libre transcurre a partir de esa hora. Principalmente empleo la noche para ver películas y series, y la morralla aleatoria que te decía al principio, y me da fundamentos para una panavisión y para poder decantar y criticar.

Si algún día dejaras el periodismo, ¿a qué te dedicarías?
Bueno, si no fuera periodista no sé a ciencia cierta que sería porque carezco de habilidades manuales para ser plomero, jardinero, soldador… soy un cero a la izquierda en ese sentido. No tengo el talento para ser un escritor. No me gusta la medicina. No me gusta la abogacía porque creo que la justicia no es ciega, siempre es parcial. En resumen, no me veo en otra función que no fuera en esta.

Con respecto a tus escritos, algunos se quejan por como escribes ¿Por qué utilizas ese lenguaje catedrático?
No lo creo. El español es uno de los idiomas más lindos, más bellos, más ricos, más irrigador de sentidos y con más posibilidades semánticas. Carpentier utilizaba en un artículo de fondo miles de vocablos y decía que podían ser fácilmente muchos más. Creo que reducir el español es rebajar el idioma magno, el idioma patrio, la cuna.
Pienso que debemos buscar todas las vías, todos los métodos y todas las formas de adquirir y propiciar cultura. Mira, me alegro que me hayas dicho catedrático y no rebuscado, como a veces me endilgan. Ese término pueril, tonto, típico de quien carece de vocabulario, no tiene ningún sentido. Pero no, tampoco es académico, es sencillamente español. El español es la grandeza, y no aceptar la grandeza es sucumbir a la bajeza. No obstante, y a tenor con algunos criterios como ese que expresas, he rebajado considerablemente el alcohol a mi trabajo de escritura en cuanto a la terminología.

¿Crees que le estás llegando al púbico con tu modo de escribir?
Yo me adecuo según los géneros y según el perfil temático de lo que estoy haciendo. No es lo mismo escribir una información que un comentario especializado, son constructos discursivos diferentes. No pienso que todo el mundo vaya a leer una crítica especializada, lamentablemente. Aunque lo ideal es que lo hicieran.
No creo que yo utilice vocablos difíciles, para nada. Te aseguro que son términos poco complicados dentro de nuestro magno, bello, inabarcable idioma español que no debemos dejar morir en medio de la bastardía y la mediocridad. 

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