Fidel Alejandro Conde Ravassa - Conocí a Dulce,
una joven que no duerme. Pasa las noches buscando a un turista fácil que se
deje llevar por sus mañas seductoras. Fría, casi sin respirar, acecha y caza en
la menor oportunidad que le brinde el visitante internacional.
Cuando le pedí
una foto, me dijo: “¡no!, mi chino, nada
de fotico que estoy trabajando”. Parecía muy determinada a no permitirme la
instantánea que delatara su modus operandi durante las noches de malecón. Ya se
había convertido en un vicio para ella merodear por la zona, era una jinetera
muy reconocida en la farándula.
Casi a las tres
de la madrugada me hizo una seña para que me acercara, me brindó una cerveza y
conversamos.
Se había graduado
en la universidad de Licenciatura en Economía. Su madre, de 64 años, estaba postrada en
una silla de ruedas con las dos piernas dasaparecidas. Por si fuera poco, tenía
una niña pequeña que dejaba con el padre, alcohólico y chulo, para ir a luchar en las madrugadas. Agregó que
dormía poco, cuando no podía al aire libre tenía que redireccionar los cañones
hacia las discotecas. Llegaba prácticamente al amanecer justo a tiempo para
prepararle el desayuno a la niña, vestirla y llevarla para la primaria. Luego,
vendría el baño de la vieja y el almuerzo del marido.
Le pregunté cuál
era el sueño de su vida. Me dijo en inglés que
quería irse del país. Dejarlo todo atrás. Nos despedimos y a los pocos días
tuve la oportunidad de volverla ver, ahora con una herida en la cara y varias
quemaduras. Se había acabado el cuerpo y la belleza juvenil que podía vender.
Esta historia se
repite en muchas ocasiones. Cuando las personas no ven
escapatoria para conseguir lo innecesario y lo imprescindible está a la vuelta
de la esquina. El móvil lo pone el destino caprichoso. Si deseamos culpar a
alguien, seremos nosotros mismos.
Existen las vivencias
de personas que no tienen nada; solos en el mundo y que se abren camino a costa
de puro sacrificio, de trabajo fuerte, alejados de todo facilismo consumidor, que prefieren ganarse el pan de forma honrada, sin
aportarle al cuerpo más kilometraje que el indispensable para formar una
familia funcional.
Una triste historia, que se repite, unas vecinitas incursionan en este oficio, dicen que el más viejo de la humanidad, pero que tiene una génesis y consecuencias en el tiempo, las miro con dolor, pero de cierta manera entiendo que tomaron "el camino más fáci" para resolver sus problemas económicos, sin tomar en cuenta, que es el camino más difícil para llegar, el que no tiene retorno... Buen trabajo Fidel Alejandro!!!
ResponderEliminarSe repite, cuando las personas no son capaces de escuchar buenos consejos, o simplemente no tienen quien los guie por la vida.
ResponderEliminarHay personas que lo hacen por "necesidad", aunque no creo que esta sea una buena justificación, mientras que otras son obligadas y en el menor número de casos lo hacen por placer. Triste pero cierto.
ResponderEliminarcada quien es dueño de sus actos, aquel que no sea capaz de hacerse camino buscando otras oportunidades, será siempre pisoteado.
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