Encuentros del 2016: Dr. Raúl Garcés Corra (Decano de FCOM en Universidad de La Habana)

 En abril la V Jornada de Comunicación celebrada en UCLV congregó a destacados profesionales en torno al tema de la comunicación política. Sin Miedo   al Horizonte comparte una entrevista realizada al Dr. Raúl Garcés, decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

 

"Sin comunicación no hay desarrollo posible"


Beatriz Hernández García - Conversar con Raúl Garcés sobre el futuro del periodismo resulta siempre esclarecedor, pues sus visiones, radicadas en el análisis del contexto cubano, conciben una prensa que asiste, vigorosa y plural, a la construcción del proyecto político del país. Al término de la V Jornada de Comunicación, efectuada en los predios de la Universidad Central “Marta Abreu” de las Villas con el auspicio de la Facultad de Humanidades, el destacado periodista y profesor compartió sus impresiones respecto al sistema nacional de comunicación política.

¿Hasta qué punto es la comunicación política una asignatura pendiente del gobierno cubano, sus instituciones y funcionarios?
Yo no lo llamaría exactamente una asignatura pendiente porque me parece que el triunfo del 1ro de enero 1959 estableció una manera nueva de hacer comunicación política. Si se lee, por ejemplo, el libro Back channel to Cuba —de dos autores norteamericanos que narran la historia de las negociaciones entre el gobierno cubano y diferentes administraciones de ese país por tratar de normalizar sus relaciones—, se encuentra que Fidel Castro, en su primer viaje a Estados Unidos, contrató una empresa de relaciones públicas para lograr que la percepción sobre su visita y sus relaciones con diferentes actores políticos del gobierno fuera positiva. Es decir, ya en Fidel, que es obviamente un gran publicista y un gran propagandista, había una concepción de comunicación política —probablemente empírica, probablemente resultado de su propio liderazgo— que cambiaba las reglas de juego en Cuba y que establecía nuevas maneras de hacer comunicación. Nosotros, quizás, lo que no hemos tenido es una institucionalidad comunicativa lo bastante fuerte para generar, con lenguajes y canales novedosos, formas también novedosas de la comunicación política.

¿Es suficiente y eficiente el aprovechamiento del escenario digital, incluso por los propios medios?
La respuesta no es absoluta. Hay instituciones que sí tienen una visión de vanguardia sobre cómo utilizar las redes sociales y las plataformas digitales y cómo gestionar la información y la comunicación en función del desarrollo. Hay otras instituciones que están muy lejos de lograrlo y eso depende de la capacitación de su personal, de la infraestructura de la que dispongan, de la conciencia de sus líderes en torno a la importancia de la comunicación para generar consenso dentro de la empresa o proyectar una determinada imagen. Estamos hablando, entonces, de un cambio en la cultura comunicacional del país que se irá asentando y solidificando en la medida en que profesionalicemos nuestras fuerzas y dispongamos de políticas y estrategias de comunicación claras.

¿Cómo valora el tratamiento periodístico dado, desde los medios nacionales, a todo el proceso vivido en el país luego del histórico 17 de diciembre?
Creo que en el tema de Estados Unidos estamos reproduciendo los vicios criticados una y otra vez a la prensa cubana en los congresos de la UPEC. Cuba y Estados Unidos han logrado —aunque no lo parezca e independientemente de que la política de bloqueo no ha terminado y que el presidente tiene determinadas prerrogativas que puede utilizar y no ha utilizado—acuerdos en materia de comunicaciones, seguridad marítima o vuelos regulares, que se divulgan en un sentido informativo, pero no en un sentido interpretativo, no en un sentido de opinión, no en torno a sus implicaciones para el contexto cubano. El desafío que tenemos por delante es entonces comunicar el proceso de restablecimiento y normalización de relaciones diplomáticas con una visión estratégica que sea más fuerte que las formas de comunicación subterráneas que en cada una de nuestras ciudades están transmitiendo comunicación. Se puede tener la prensa y no tener la comunicación. No basta tener los medios, hay que construir una proyección que utilice todos los canales disponibles para comunicar sobre algo tan definitorio como la relación con Estados Unidos. Por tanto, estamos distantes todavía y, al mismo tiempo debería decir que noto en una generación joven, que ha participado incluso en estas coberturas, la voluntad de trascender esos vicios y ser mucho más atractivos, más interpretativos y más cercanos a las audiencias en la manera en que comunicamos los desafíos con Estados Unidos.

¿Cuánto puede aportar la formación académica a un buen ejercicio de la comunicación política?
Ninguna formación académica es suficientemente profunda. En nuestras universidades necesitamos, quizás, comenzar a dar Historia de los Estados Unidos e Historia de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, de una manera más enfática y no como parte de una historia general. Pero lo más importante es que la formación académica no esté encaminada a formar profesionales de laboratorio, sino que estén involucrados con la solución práctica de los problemas del país. El kit de la cuestión es generar los espacios prácticos, profesionales y teóricos que permitan a los estudiantes desarrollar proyectos en función del desarrollo del país.
Por eso es tan importante un evento como este, para que la formación no sea únicamente teórica, para que no solo se reciba desde el encierro de una clase que parece una urna de cristal, para que el aula salga a la calle y trate de aportar soluciones a los problemas de la calle.

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