Una de las principales favoritas a mejor película en los venideros Oscar 2017, a efectuarse el domingo 26 de febrero.
Miguel
Ernesto Dorta Pedraza - De una
construcción narrativa sutil y paciente que logra transmitirle al espectador
los miedos y angustias del personaje, el segundo largometraje de Barry Jenkins
(Moonlight) narra la vida de un
chico, pasando por su adolescencia hasta volverse adulto, pobre, negro y
homosexual, un combo que se prestaba para ser toda una colección de golpes
bajos pero que consigue ser una madura y poética película.
En sus primeros minutos, la trama
nos empieza a plantear ciertas cuestiones y cómo afrontarse, para ello la cinta
nos va llevando por las distintas etapas de su personaje, para ir viendo como
con el paso de los años, los problemas persisten y como hacerles frente. La
historia está dividida en las tres edades del protagonista, cada capítulo,
Little, Chiron y Black, tiene el título del nombre por el que llaman al
protagonista en esa etapa, introduciendo una sensación de cambio que no acaba
de llegar a su vida.
Sus dos primeros capítulos, nos
arrastran hasta lo más profundo de la vida de este personaje, nos encadena a
una historia con gancho que logra poner sobre la mesa lo difícil que es ser uno
mismo, aceptar la dureza que te ha tocado vivir, el encontrarse a uno mismo
lejos del lugar donde vives y enfrentarte a una madre que ansía, ante todo, despojarte
de lo poco que te queda. Un relato que va madurando según van pasando los
minutos, aunque en algunos momentos se echa en falta algo más de profundidad.
En ocasiones se desea que explote ese grito ahogado, que tan reprimido está
desde su arranque, un poco más de brutalidad emocional, ya que en ciertos períodos
la rutina logra instalarse y parece contentarse con una historia que, aun
pudiendo tener mucha más fuerza, no logra despegar del todo.
En su tercer acto, sin duda el más
emotivo, y el que logra hablar y transmitir sin palabras, basta con una buena
puesta en escena y una buena música para que en muchas de sus secuencias no
haga falta mucho más. El cambio físico del personaje hace que el contraste
entre su apariencia y su fragilidad interior sea llamativo. Un tercer episodio
que cumple con muchos de los objetivos que se marca y el cuál se dirige hacia
un final esperado, pero que aún no logra dejarnos del todo satisfechos, ya que
cabría esperar un poco más de esa recta final.
Sin embargo, el largometraje no es
solo el despertar homosexual de un chico negro y pobre en un entorno hostil.
Ese constituye el pretexto para construir una fábula social donde recordamos
nuestra propia juventud. El primer amor, el modelo a seguir y la familia
siempre fracturada. En una vida tan extrema como la de Chiron, donde las
emociones son más precarias e intensas, se esconde la vida de cada uno.
La dirección, espectacular. Barry
Jenkins arma la película a su antojo a partir de un guion magistral. La
presencia del director se nota en cada escena. Una obra de autor, demasiado
artística en la forma para pasar desapercibido. Jenkins pone la cámara en
lugares donde nunca antes estuvo, con un gran juego de colores. Cine artesanal
a un altísimo nivel.
La música, mezcla canciones ya existentes
con una minimalista banda sonora que empapa las escenas de un lirismo
increíble. Esto se debe también a la genial dirección de Barry Jenkins, a una
fotografía muy estilizada que dota la mayoría de las escenas de un aura
bellísimamente trágica y triste, casi onírica en algunos momentos, y a unas
cámaras que se mueven con una fluidez casi poética.
El contexto es identificable y muy
bien retratado, así como los temas de bullying y la latente homosexualidad de
Chiron, pero todos esos temas son tratados de manera espléndida, en una
narración y perspectiva muy íntima, donde logramos identificarnos con el
personaje en sus distintas etapas, y la sensación de que somos espectadores de
un alma atormentada y frágil se refuerza por el director, como por ejemplo, en
esos planos de espalda a Chiron, y los close up, ya sea a rostros, miradas o
gestos. Una gran dirección, producción, guion, fotografía y montaje.
La película funciona a la
perfección gracias a los tres actores que interpretan a Chiron, todos ellos de
forma magistral, especialmente Ashton Sanders, que interpreta al Chiron
adolescente. Es, además, el tercio más difícil, porque si este no funciona, el
filme se deshace totalmente, pero por suerte, Sanders está extraordinario y
hace que la transición entre el primer acto y el tercero sea natural y creíble.
El resto del elenco merece la misma ovación. Naomie Harris, Janelle Monáe y,
por encima de ellas, Mahershala Ali (recientemente nominado al Oscar), con un
personaje que podría haber sido un tópico con patas y lo transforma en algo
único e irrepetible desde la primera escena. Y lo mejor, todas las
interpretaciones están en la sutileza, en la naturalidad que transmiten. Un
estudio de personajes bellamente íntimo, que argumenta sin ninguna duda que la
identidad afroamericana es demasiado compleja para ser reducida a los endebles
estereotipos que a menudo se ven en pantalla y que contribuyen, de manera natural,
a darle unidad al relato.
Moonlight
brilla como su título, pues los temas que
trata el filme son a veces tan gastados en el cine: la marginalización, las
drogas, el abuso y la homosexualidad; pero lo que podría haber resultado en un
empalagoso melodrama termina rompiendo toda expectativa (y para mejor, como no
suele suceder), haciéndola una cinta con un corazón enorme. Una experiencia
demoledora y conmovedora al mismo tiempo. Íntima, tremendamente elegante y
repleta de sensibilidad que dice muchísimo sin recurrir al efectismo y que
nunca abandona su dramático realismo, sin intentar hacer política de ello, lo
cual la convierte en una rareza agradable.
La crítica casi no critica. Es más una reseña que una crítica especializada aunque la concepción de gancho sí se logra. Demasiados pleonasmas en el discurso que, aunque se usen a modo de resumen, hacen ver al lector como un completo estúpido que no ha entendido nada, por ejemplo en la parte donde dice ²Una gran dirección, producción, guion, fotografía y montaje²...creo que eso se saca por conclusión personal luego de nadar entre los elementos prosísticos, retóricos y retrospectivos usados. Ah! Por último, felicidades al escitor de esta estupenda reseña porque la superestructura idílica tributa al desiderativo quimérico por el filme, o mejor dicho, al imperativo inmediato. Ya deseo ver ²Moonlight².
ResponderEliminarEvidentemente, por la concepción de estudiantes, hasta estos momentos ninguna crítica especializada ha sido publicada en este blog. Recuerdo ahora algunos intentos para lograrla, por ejemplo: http://periodistasuclv.blogspot.com/2016/11/y-cuba-sonoporque-segundas-partes-si.html
ResponderEliminarhttp://periodistasuclv.blogspot.com/2016/10/confirmation.html
Seguramente de tu propia experiencia con esos dos post aprendiste algo en el camino de las críticas especializadas y por eso te doy gracias por aconsejar a un compañero.