¡Basta de engaños! Entrevista a Desiderio Navarro


Dayana Darias Valdés - Vamos caminando, nos creemos cosas, somos los mejores, profesionales de la comunicación… ¿Quién puede con nosotros? Los audífonos en los oídos. Orishas canta. La imagen del Che posando en nuestro vestuario, todavía sentimos el más confuso de los licores provenientes de la caña. Una bandera cubana en forma de llavero se balancea en las mochilas al compás de los pasos.
Vamos a la sala xxv Aniversario, dispuestos a defender nuestras raíces con el más potente de los argumentos… y de pronto, no, no, no se puede. Somos víctimas del más enorme de los estereotipos,
Tierra que nos sostiene: ábrete, tráganos… ¿Cuánta equivocación? ¿Cuánta cámara suelta? ¿Cuánto ingenuo sonriente? Y allí estaba él, Desiderio Navarro, el crítico, la leyenda. Allí estaba para rescatarnos, para estirar la mano, para acabar con el engaño y responder, de una vez por todas, las preguntas.
¿Cómo se proyecta Cuba a nivel internacional?
“Este proceso posee una frontera doble, una lucha entre la imagen de Cuba en el exterior construida antes de la Revolución que ha sobrevivido por mucho tiempo y el estereotipo de guerrillero, pero este último no logró establecerse en el mercado de aquellos años”.
“El otro aspecto viene con la “imagen correcta”. La cultura cubana se hace día a día, no es la de los años ´40 o los ´60. La decisión sobre esa imagen ha sido muy variable, puede ser elegida por un intelectual, un funcionario, un ministerio, que dice esto es Cuba y esto sí, esto no. Y no es correcto. Esta imagen debe ser espontánea, no todo tiene la misma importancia”.
“También sucede que las mismas personas encargadas de tomar esta decisión, a veces desde el mismo aparato cultural, no necesariamente posee los conocimientos o la cultura para enfrentar esta tarea. La cultura es un lenguaje, y como tal, hay que conocerlo”.
Algún antecedente…
“Por ejemplo, en determinado momento se habló de Polonia como vanguardia de las artes plásticas en los países socialistas de Europa del Este, y era un arte kitsch muy parecido al que tenemos acá. La relevancia de una obra la da el contexto donde esta se establece. Para el establecimiento de un paradigma, deben concertarse la parte turística y la parte institucional para escoger los valores más indiscutibles”.
“Otro fenómeno ocurre con el reguetón, la música fusión, el rap al estilo cubano. Todos estos géneros vienen desde otras culturas y cabe debatirse cuán cubanos son. Lo que vivimos hoy con estas manifestaciones artísticas no es más que una continua “metáfora del ajiaco”, o sea, la absorción, incorporación de nuevas formas, géneros, estilos, y nadie puede decidir cuál figura más cubana”.
“Para mí fue tan triste como un matrimonio de franceses con dos niños en Rancho Boyeros establecimos una amena conversación a la espera del avión. Cuando les dije que era crítico de arte no tardaron en mostrarme una figura de Changó con los colores distorsionados de la que estaban muy orgullosos. No quise quitarles la ilusión, pero aquello era irreal”.
“Hay casos escandalosos como un espectáculo en un hotel de la cadena Gran Caribe donde todo el show se sostenía en groserías, chistes racistas y en esos casos hay que intervenir porque resultan falsas y groseras contra la identidad que defendemos”.
“En los años ´60 me ocupé de la introducción de un lenguaje nuevo para las artes en Cuba. Cuando comencé a hablar de intertextualidad, fui motivo de burla, de comentarios satíricos, y ahora alguien con un mínimo de conocimiento habla de fenómeno sin ningún problema”.
De arte y turismo…
“Debemos diversificar las ofertas y no encasillar al individuo en determinado paquete turístico porque en determinadas naciones ha resultado fatal. Está bien para ciertas personas que no conocen nada de Cuba, pero muchas veces la generalización de estas estrategias económicas termina creando un estereotipo en la mente de esa persona. Esa mirada, esa orientación constante al turista y el desarrollo de la identidad en función de este, a larga, resulta fatal”.
¿Y qué le gusta a los yumas?
“El turista viene a Cuba por muchas razones: por las playas el clima, porque quieren conocer más sobre nuestra “cultura”, sobre la cultura que venden las agencias de viaje y que vendemos nosotros mismos al quedarnos con la idea de que Cuba es una mulata culona, bailarina, y disponible para emprender cualquier aventura sexual”.
“Los turistas vienen para hacer lo que no pueden en sus países, para hablar alto, quitarse los zapatos en público… hacer el ridículo. Porque ellos se creen con ese derecho, porque esa es la imagen que estamos promocionando”.
Salimos de la sala algo confundidos ¿Quiénes somos? ¿Qué somos? ¿Por qué nos cuesta tanto encerrar un país en un concepto en una palabra? ¿Qué es cultura? ¿Qué es publicidad? ¿Qué son los símbolos? ¿Por qué hay que complicarlo todo? ¿Qué es Cuba? Y tenemos que responder nosotros mismos, cuando todo depende de la forma de mirar.

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