¿Por qué no ganó La La Land el premio a la mejor película en los premios Oscar 2017? ¿Merecía realmente ganar? Proponemos este post para comprender las lecturas del filme y su derecho a proclamarse la mejor
Miguel Ernesto Dorta Pedraza - Para los detractores de los
musicales o de las películas de amor, un consejo: hay que disfrutarlas y
simplemente dejarse llevar, quitarse los prejuicios y simplemente disfrutarlas.
Empieza el espectáculo.
Damien Chazelle, el mismo que
impactó con “Whiplash”, nos regala un hermoso musical moderno que venera a los
clásicos e irremediablemente se vuelve uno de ellos. Ciertamente, es fascinante
poder apreciar ese toque maestro de las grandes cintas de antaño y al mismo
tiempo respirar una bocanada de aire muy fresco con respecto al incipiente
mundo de franquicias y remakes al que nos tiene condenado Hollywood en los
últimos años. Ahí están para quienes quieran descubrirlos los homenajes a
Singing in the rain (1952), An American in Paris (1951) o The ban wagon (1953).
Su tributo a Los paraguas de Cherburgo va más allá de la paleta de colores y se
extiende al drama que subyace a la aparente festividad.
El amor como temática central de este filme. Pero no sólo
el existente entre unos Ryan Gosling y Emma Stone sobresalientes, si no el que
tienen por sus sueños, y, principalmente, por la ciudad que todo lo cubre. Cada
plano, cada secuencia, constituye
una declaración en público de la devoción por la ciudad de Los Ángeles. El
propio título ya nos da una pista de este poema hecho celuloide en honor a este
lugar. Todo gira en torno a este ente poderoso que se convierte en el gran
protagonista durante cada minuto del metraje. La ciudad, el testigo silencioso
de aquellos que lo intentan y lo intentan, pero jamás logran triunfar. Esta es
una historia de sueños, ilusiones… y profundas decepciones. Mia y Sebastian, unos
perdedores, una aspirante a actriz y un nostálgico músico de jazz, que están
esperando una oportunidad. Historia de perdedores que pocas veces se ven en la pantalla, dedicada casi
exclusivamente a exaltar a los ganadores. La
La Land les da vida a aquellos que tuvieron que aceptar que hay otras
formas de triunfar y ser felices, incluso lejos de quienes supusimos nos
acompañarían en el camino.
La fotografía se puede definir como única, de
las que se te graban en la mente y crean escuela. Algunas de las escenas son
tan icónicas que se repetirán en el imaginario popular puesto que La La Land lo tiene todo para ser el gran
musical de esta generación. Todo funciona en una mezcla perfecta entre diálogo,
drama y música. Las escenas musicales fluyen de manera natural y se
complementan bien, al mismo tiempo que son un placer visual. Las luces, los
colores, el movimiento... toda una serie de factores hacen que la estética sea
espectacular. La dirección desde el punto de vista técnico es excelsa y
confirma a Chazelle como uno de los grandes talentos del cine actual.
La música habla por sí sola, el
gran trabajo de Justin Hurwitz se hace notar de manera espectacular. Cada verso
de cada canción cobra un significado en relación a la trama y logra transmitir
de forma muy directa las emociones que encauzan este filme. Todos los actores
rozan la perfección, sobre todos sus protagonistas. Emma Stone ha maravillado
en una actuación memorable que le valió el Oscar a la mejor actriz. Resulta
natural y magnífica en cada escena y nos hace totalmente partícipes de la vida
de Mia, hasta el punto de reflejar con una sola mirada todo lo que siente,
todos sus sueños y esperanzas. Ryan Gosling está también excelente, una
interpretación muy buena, a la altura de su coprotagonista, siendo su talento
para tocar el piano totalmente asombroso. Entre los dos surge una historia de amor,
realista, natural y con muchísima química.
Pero,
siendo tan asombrosa, ¿por qué no ganó el premio Oscar a la mejor de todas?
El guion es la simple razón, la
historia (de una sencillez exquisita) no convenció demasiado a la Academia y
eso es elemental para optar al máximo galardón del cine mundial, el libreto, la
trama como cuestión fundamental de la película, aspecto en que se vio muy en
desventaja con Moonlight y Manchester by the sea, como sus
principales oponentes. Sin embargo, sí logró conquistar a la audiencia y a no
pocos críticos del más alto nivel que aseguraban que, con sus 14 nominaciones, no
había dudas de cuál era la mejor película de 2016.
A pesar de ser el punto más débil, el
argumento está muy bien llevado. Va introduciendo varios géneros para culminar
en una escena final absolutamente maravillosa. Muchacha conoce a muchacho, se
enamoran, se enriquecen y complementan, comparten sueños e ilusiones, se
entusiasman y se dan alas para anhelar e intentar convertir en realidad lo
imposible, lo codiciado, lo inalcanzable, se quieren y se desean, se buscan y
se encuentran, se agradecen y compadecen, se pelean y se reconcilian, se
separan y se atormentan. El juego de la vida entre ardores musicales y
sinsabores jazzísticos. La frase “te querré siempre” se encarna y se convierte
no sólo en un lema, en un capricho, sino que cobra sentido y se hace realidad
en este recorrido multicolor por los entresijos del ensueño acaramelado. Y
llega como de pronto lo que es, sin dudas, lo mejor: el final, el epílogo.
Maravilloso. Mágico. Inigualable. Te hace enamorarte y sufrir al mismo tiempo.
Y al final, esa mirada y esa sonrisa que se dedican Mia y Sebastian, pasará a
la historia.
La primera hora y cuarenta minutos
son espectaculares, te hipnotizan. Los últimos veinte minutos, de lo mejor del
cine en los últimos tiempos, te destroza y a la vez te termina de enamorar, te
hace sentir de todo. Flotas en una nube, sabiendo que tardarás mucho en volver
a ver una película así.
Una verdadera obra de arte que
homenajea a los clásicos. De las que transmiten y nos hacen creer de nuevo en
esto que llamamos cine. Una película hecha por un grupo de soñadores para
nosotros los soñadores. Porque a pesar de las ilusiones perdidas, la ciudad de
las estrellas siempre estará ahí para volver a hacernos soñar.
En mi opinión el guión no es la causa de la derrota. Hay que tener en cuenta que ambas películas son muy deferentes en cuanto a los temas que abordan, pero el guión de La La Land me parece excelente. Los prolongados silencios te dejan en tensión constante, las frases entrecortadas, el dinamismo.... espectacular sin más.
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