Lázaro Arias Yusta - A la sombra de negociaciones entre la Major
League Baseball (MLB) y la Federación Cubana de Béisbol (FCB), al olvido de recientes
resultados bochornosos en el Clásico Mundial, al creciente interés de la
presencia cubana en la Gran Carpa hacia el uniforme de las cuatro letras, al
quitarse el paño de los ojos y despojarse de orgullo, crecen el debate y la
trifulca a todos los niveles.
Los gritos noticiosos desde lejos llegan a
los interesados y no por canales oficiales de comunicación, o al menos no por los
ideales. Aterrizan por la radio, en el paquete, por correo electrónico, por el
Internet a lo cubano, por la cuenta de un universitario que luego trae la
novedad a los amigos, y todas las alternativas juntas construyen una especie de
“peña MLB”, desde acá, y olvidan por un rato al Barcelona y al Real Madrid.
Este año en los entrenamientos de primavera
cuentan 39 los jugadores de nuestra isla bella, los que intentan, en el día a
día, ganar o consagrar su posición en el roster de 25 para la temporada 2017 de
sus respectivos equipos de las mayores.
En esta edición Aroldis Chapman, el
lanzador más rápido de la Gran Carpa, cerrará para los Yankees quienes lo
aseguraron en su nómina con un contrato de 86 millones por 5 años. Yulieski
aprende los ardides de la primera base con los Astros para crear espacio para el
prometedor antesalista Alex Bregman. El veterano de 33 años Kendrys Morales
marcha a reforzar los Azulejos de Toronto. Brayan Peña vuelve a los Monarcas de
Kansas donde jugó del 2009 al 2012.
Aroldis
Chapman vuelve a los Yankees luego de coronarse con los Chicago Cubs
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Con muchas ganas perfilan candidaturas algunas
promesas como Yoan Moncada, que saldrán a ganar un puesto como prospecto de los White
Sox, Lourdes Gourriel como jardinero con los Blue Jays, Andy Ibañez con los
Rangers, Rusney Castillo con los Medias Rojas y Vladimir Gutiérrez con los
Rojos de Cincinnati.
Además, Yandy Díaz (Cleveland), José Miguel
Fernández (Dodgers), Dayron Varona (Tampa Bay), Guillermo Heredia (Seattle), Odrisamer
Despaigne (Miami) entre otros ya entrados en años, buscan un puesto regular
junto a los ya consagrados en el sueño MLB, pero sin la juventud de su parte.
El
prometedor cienfueguero Yoan Manuel Moncada se une a José Dariel Abreu (293 AVE,
100 CI y 25 HR en 2016) en los White Sox
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Por acá, del otro lado, algunos medios aseguran
a toda voz los primeros pactos de la agenda: a partir del 2021 los jugadores de
la MLB ya podrán jugar para Cuba en el Clásico, existe voluntad en establecer
nexos y pasos importantes se dan en dirección a la normalización del paso entre
las ligas norteñas y la local.
Otros, ni cortos ni perezosos, confrontan
opiniones de jugadores y aficionados a favor o en contra de la medida. El acuerdo
dejaría en segundo plano a los que jugarían el campeonato en Cuba en ese futuro
utópico y dejan caer la duda el papel de protectora legal de la FCB en un mundo
contractual tan complicado.
El apretón de manos trae muchos beneficios
y conflictos. La separación de la política del béisbol parecía inevitable, y
aunque de lejos se ven los resultados, el señor bloqueo a través de la Oficina
de Control de Activos Extranjeros pone un escollo gigante en medio de la vía,
cuando ambas partes (MLB y Federación Cubana) quieren establecer negocios. El
establecimiento formal de puentes sea realidad o treta es un hecho y beneficiaría
a todos: contratados, contratistas e intermediarios.
Yoennis Céspedes pacta por cuatro años más
con los Mets.
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¿Y la Serie Nacional? El aspecto a
revolucionar, el paño de lágrimas de los aficionados que creen en milagros y la
plataforma para un salto incierto y comercial hacia el máximo nivel del béisbol
mundial. Las Grandes Ligas se llenan de talento y sabor criollo, de héroes y
villanos, de Gourrieles y Garcías, de estrellas cubanas y de no tan estrellas
también.
El bloque político fue, es y será, pero
ninguna barrera diplomática resulta infranqueable cuando manda la razón, la
voluntad, y los negocios. No quedó opción a la postre. Triunfan las ganas, la
afición, el deporte, el espectáculo, los pueblos. El orgullo político de ambas
orillas queda fuera, de nada sirve, cuando el abrazo deportivo es lo que
importa.
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