Cincuenta sombras más basura

Al día de hoy en nuestro país hay muchos fans, sobre todo del género femenino, que han visto o se encuentran a la expectativa de la segunda entrega perteneciente a la saga Cincuenta Sombras de Grey. Pero, ¿es esta en realidad una buena película?



Miguel Ernesto Dorta Pedraza - Se supone que los fans de las novelas son los destinatarios de esta, su antecesora y la que viene...el resto del público que haya visto esta película por diferentes motivos habrá terminado decepcionado y hasta enfadado. No hay intriga, ni erotismo, ni interés de ningún tipo. Un enorme tedio como la primera parte.
Después de Fifty Shades of Grey y tras las críticas se esperaba algo muchísimo peor… y he de decir que ha sido así. A pesar de no seguir el estilo soñoliento videoclipero de la primera y optar por una línea de largometraje más corriente, la trama se convierte en lo más insulso y sin emoción que se pueda imaginar.
Anastasia (Dakota Johnson) estaba muy indignada en el final de la primera parte, ahora trabaja en una editorial y un día en una exposición fotográfica se reencuentra con Christian Grey (Jamie Dornan). Después de una brevísima charla, él le pedirá volver, ella lo ha de pensar dos segundos y listo, la superflua relación habrá de continuar de la manera más intrascendente posible, ella agobiada por nada y él con sus traumas sexuales. Lo que sigue es más de lo mismo, escarceos románticos que llevan a juegos sexuales pretendidamente subidos de tono, pero filmados de manera tal que no excitan ni a un adolescente, y con una seguidilla de los diálogos más improbables posibles, todo en medio de una historia cuyo conflicto se disolvió en los primeros minutos.
Mucha gente la justifica y no le da más importancia que el puro entretenimiento. Pero la idea de que una mujer o un hombre pueden cambiar a su pareja en una relación me parece algo peligrosísimo, sobre todo en una cinta que esconde un machismo tremendo. 
Esta característica de Christian aumenta ahora, y todo bien justificado por sus traumas de la infancia y por culpa de otra mujer que lo sometía. ¡Al final la culpa de su machismo recae en otras mujeres! Necesita otra mujer más “independiente” que esté con el tira y afloja y que le haga cambiar por amor. ¡Y tachán! Será una persona libre y con cero traumas. La típica historia conservadora con final feliz, maquillada para parecer más transgresora cuando hay infinidad de novelas más oscuras sobre el tema y eróticas realmente y que no han dado el bombazo. ¿Por qué? Porque al fin y al cabo posee unos tintes publicitarios para llamar la atención y venderte más de lo mismo. Se puede poner el grito en el cielo por la cantidad de mensajes misóginos, pero en el fondo como aparentemente el poder del amor Disney puede cambiar todo lo malo y que las personas sean buenas. ¿Está detrás de la trilogía Disney? Puede, pero vaya que su escritora no se ha empapado de Disney para escribirlas.
En cuanto a las escenas “polémicas” de sexo, hasta ahora todo lo que aparece no es nuevo en el cine ni transgresor como pudiera haber sido... ¿Más escenas genitales explícitas? ¿Más sexo explícito? NADA. Pezones a parte iguales y traseros. Y lo peor de todo: erotismo CERO. Todo más frío que los polos juntos. El pecado principal para un producto que se vende desde la audacia y la provocación.
En esta oportunidad dirigida por James Foley, ya que se informó que la directora anterior, Sam Taylor-Johnson, fue despedida por supuestas diferencias creativas con E.L. James, la autora del libro. Tal afirmación lleva consigo la presuposición de que se requirió de alguna clase de creatividad para filmar este apestoso bodrio, cosa que nos permitimos poner en duda. Si bien el material base de estas películas tiene una calidad ínfima, poco aporta el cambio de director a una historia donde algunas situaciones y diálogos bordean el ridículo, haciendo que algunos actores tengan que contenerse para no carcajearse, como una escena cerca del final entre Marcia Gay Harden, Kim Basinger y la pareja protagónica, digna de las peores telenovelas de Televisa.
Los actores trabajan fatal, ni queriendo lo podrían hacer peor; sobre todo los dos protagónicos. El poco carisma y química que hay en la anterior aquí parece que se “esfuerzan” un poco más y hay algo más de “complicidad”, pero se nota que los dos odian hacer este filme, por mucho que lo disimulen. Se han vendido sin mostrar interés y eso se capta enseguida. Jamie Dornan mantiene el mismo registro y continúa interpretando a un galán romántico como si estuviera interpretando a un Terminator. Parece que fue sometido a un tratamiento de electroestimulación en los músculos faciales, pues sus facciones son rígidas y no muestra calidad interpretativa alguna. Su compañera está igual de mal y sus escenas resultan planas y para nada creíbles.
Quizás hay algo más de piel que en la primera parte, pero las escenas de sexo, que cuando parecen dirigirse a algo más sensual simplemente son cortadas, están excesivamente musicalizadas y estilizadas y no terminan de cuajar, dando forma a una película banal y por momentos insufrible.
El ritmo resulta soporífero. El guion está cargado de diálogos insoportables y constituye un manual del perfecto desastre narrativo. Todo es previsible. Carece de villanos y conflicto. Ya ni siquiera es el placer culpable y simplón. Lo peor que puedo decir de Fifty Shades Darker: la primera es incomparablemente superior. Los productores de esta barbaridad deberían dejar de hacer más cintas de esta ridiculez, porque con esta entrega y la anterior ya tienen material suficiente como para convertirse en la peor saga erótica de la historia. La trilogía concluye el año que viene con la tercera y última entrega: “Cincuenta Sombras Liberadas”, donde los espectadores seremos liberados para siempre de esta serie. Filme aburrido y sin alma. La sombra de lo que una película debe ser, en donde la oscuridad prometida jamás llega a culminar. 

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