Oportunistas al acecho

El tema del transporte en Santa Clara sigue causando serios dolores de cabeza. Las virtuosas motonetas resultan hoy la causa constante del disgusto popular. De los últimos sucesos con el transporte por cuenta propia, y a pesar de las acciones del gobierno provincial, resultaron más oportunistas al acecho. 


Elianet Carrazana Moreno - El tema del transporte en Santa Clara sigue causando serios dolores de cabeza. Las virtuosas motonetas, esas que llegaron para acabar con la espera y movernos en menos de 15 minutos por la ciudad, resultan hoy la causa constante del disgusto popular.
Una de las piqueras más famosas por sus colas es la del costado de la iglesia del Buen Viaje, a la que cientos de jóvenes universitarios acuden, cada día, con la incertidumbre de llegar a tiempo a la Universidad Central de Las Villas o con el temor de verse obligados a pagar el doble en la ya famosa «cola de los apurados» *.

Aunque un poco disociada por causa del conflicto, «la cola de los apurados» sigue demostrando que los motoneteros esperan vacíos para tocar la impaciencia de las personas. Por 15 min. De espera realizan un viaje con el doble de ganancias.  

En la mañana del lunes pasado, se colmó el vaso, calló la bendita gota: por fin se prestó atención a una situación insostenible en el traslado diario. Tras la medida de disminuir de ocho a seis la cantidad de personas a transportar en cada motoneta, los motoneteros protagonizaron «una huelga», ya reconocida en toda la urbe.

La discusión entre choferes y el Gobierno se encendió en plena calle. Los primeros mostraron resistencia a las regulaciones tomadas, mientras era el pueblo quien tenía que esperar pacientemente.

Tal parece que lo sucedido es una pandemia. Viene desde la capital contagiando terquedad, sinrazón y locura. Y es que, hace tan solo unos días, los reconocidos boteros, espécimen distintivo de esta ciudad, se rebelaron a las nuevas regulaciones de precios para los taxis privados.
Un hecho como este no logra más que interrumpir los cambios planeados por nuestro modelo económico y social. Como es lógico, el establecimiento del trabajo por cuenta propia significó una apertura a la economía para la gestión e inversión en el país. Pero, la existencia de todas estas formas no son las que desvían a Cuba de su andar socialista.

Los motoneteros se negaban a trabajar con seis pasajeros, esto hasta que surgió la «brillante idea» de subir el precio del pasaje.

Por conocimientos históricos, algunos sabrán que las grandes crisis económicas en países capitalistas o la caída de modelos socialistas se deben, en especial, al descontrol de las relaciones comerciales. Siempre ha estado presente la idea de una ley de Oferta y Demanda, inconcebible en un país como el nuestro. 
Apuntó Carlos Marx, haciendo referencia a la inestabilidad de tal ley que «la oferta y la demanda no regulan más que las oscilaciones pasajeras de los precios en el mercado». En nuestro país muchos de los precios del transporte público han sido otorgados por el mercado libremente, pareciera que en ocasiones la desmemoria no hace pensar que los motoneteros son unos empleados más del sistema.
Un día después de la «histórica huelga», me han llegado rumores y experiencias vividas: los choferes están viajando con seis pasajeros, pero con 42 pesos en su bolsillo, ¿cómo es posible?, aumentaron el precio del pasaje, y si sacamos la cuenta ahora se llevan a casa dos pesos más por cada recorrido, ¿será acaso por los daños ocasionados?...
Pero bueno, es así, oferta y demanda, son siete pesos si quieres llegar en hora a la universidad o a cualquier otro destino. Me pregunto entonces, ¿a cuánto ascendió el precio de la cola más pequeña, la de los impacientes? ¿A 14, o será a 15, para redondear de acuerdo a sus intereses? Y si de noche (de tarde, mejor dicho), cobran 10 pesos, ¿ahora cuánto es? Y si de madrugada algunas cobran 20 pesos, ¿cuánto se desfalca ahora, después de la «perreta»?

La cola prácticamente se extiende por toda la calle, llegando a la esquina de la iglesia.

Los estudiantes y profesores universitarios, los del IPVC Ernesto Che Guevara y los del IPI Lázaro Cárdenas, nos encontramos sin respuestas a tal problema. Realmente, no es nuestra misión analizar el precio de la gasolina o del petróleo, o simplemente el origen, a veces dudoso, del combustible; ni poner en consideración la cantidad de personas por cada motoneta. En todo esto debe aparecer el Gobierno Provincial, que sí, lo hizo el pasado lunes después de meses de quejas, de arbitrariedades por parte del sector «más célebre» del transporte en la ciudad.

Mientras sucedía «la huelga» algunas personas se subieron a los vehículos sin saber que los choferes no trabajarían ese día.

La medida fue aumentar la cantidad de guaguas que brindan servicios en esta ruta, como debe ser. Lo realmente preocupante es: ¿hasta cuándo va a durar esta feria de las guaguas o cuánto tiempo de vida le queda a la obsoleta locomotora del tren universitario?

Esta fue la primera de las tantas guaguas que el Gobierno Provincial envió al rescate de la población. 

Por el momento aprovechemos el auge del transporte estatal, que nos mantiene «contentos», y hagámosle la huelga nosotros a ellos (los cuentapropistas del transporte). Basta ya de malos tratos, de aires de superioridad. Dependen más ellos de nosotros que viceversa. Y vamos a rescatar la dignidad humana, esa que hemos perdido casi todos; sin olvidar que necesitamos del Gobierno para ganar esta guerra.

* La cola de los apurados es otra fila para quienes están dispuestos a pagar el doble por el mismo servicio y no tener que esperar.

Fotos inéditas del suceso mencionado anteriormente (lunes, 27 de febrero del 2017) por Miguel Ernesto Dorta Pedraza.

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