Décima Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia: ¿Más de lo mismo?



Por Elianet Carrazana Moreno 
 
A veces Ito se siente solo y le gustaría jugar con sus compañeros, pero las niñas no lo dejan y le dicen que él es varón, y los varones lo mandan a jugar con las niñas; por eso Ito se entretiene siempre con su caja de fotos de artistas famosos. (…) prefiere entretenerse recortándole vestidos en papel de regalo o brillo a las fotos de sus cantantes preferidas que irse a jugar a la pelota con los demás muchachos (…)

Ito tiene la cabeza llena de pájaros, y por eso siempre está pensando en cosas hermosas (…)

Fidelito (Ito) es un niño cubano, casi adolescente, de cara delgada y ojos verdes; pero más que eso es el resultado amargo de una sociedad llena de prejuicios que Luis Cabrera Delgado, escritor, psicólogo y profesor santaclareño, ha sabido denunciar en uno de sus libros.
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El bullying o acoso escolar homofóbico y transfóbico es el eje central de la Décima Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia que comenzó el pasado 3 de mayo.

Según Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), la campaña no se realiza porque el bullying escolar sea un problema grande, sino porque existe y no hay conciencia de ello. 

Lo más probable es que todos estemos de acuerdo en que las muestras de acoso en las escuelas cubanas no se manifiestan como en otras del mundo, pero no podemos omitir que el bullying por cuestiones sexuales es una problemática mundial y afecta a alumnos, profesores, así como a la calidad de la educación, y nuestro país no está exento de ello.

“En las 10 mil 400 instituciones educativas cubanas promovemos acciones con el fin de erradicar todo tipo de violencia, que refuercen los derechos humanos y sexuales de los educandos, para que estos disfruten de una vida sana, responsable y feliz”, aseguró Alcides Roca Zayas, especialista del Departamento de Salud Escolar del Mined y coordinador del Programa de Educación de la Sexualidad con Enfoque de Género y Derechos, en rueda de prensa del 3 de mayo. 

Pero, a pesar de la voluntad del Mined y del Cenesex, las actitudes heterocentristas en los centros educativos cubanos continúan. Las ideas de enfocar el tema solo en las secundarias, preuniversitarios y universidades; obviando que tanto en estas etapas como en la primaria el respeto es lo más importante y primordial, siguen lacerando la mente del cubano. 



“Por escuelas sin homofobia ni transfobia” es el lema de esta jornada que culminará el próximo 20 de mayo. Históricamente la escuela se encarga de la formación integral de las generaciones más jóvenes y se presenta como el espacio para lograr que desde edades tempranas las personas se relacionen entre sí con respeto, aceptación, sensibilidad y solidaridad, sin que medie su orientación sexual o identidad de género.

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A pesar de que Mariela Castro considera que se ha avanzado a nivel político y que se ha logrado que, a partir de su VII Congreso, el PCC incluya en los objetivos y principios de su política la no discriminación por orientación sexual e identidad de género; las personas gays, lesbianas, bisexuales y transexuales continúan reclamando derechos humanos de mera igualdad social.

El pasado viernes la directora del Cenesex y algunos miembros, colaboradores y activistas ofrecieron una charla on line con los lectores de Juventud Rebelde. En este debate la mayoría de las preocupaciones estuvieron enfocadas al matrimonio igualitario y la adopción por parte de familias homoparentales.

A pesar de que Cuba, en su mayoría, está preparada para asumir la unión matrimonial de personas del mismo sexo solo existen algunas soluciones legales como la posibilidad de adquirir bienes en co-propiedad, donar bienes al otro miembro de la pareja u otorgar testamento. Por el momento, aumentan las nuevas configuraciones familiares, que no son más que una representación de nuestra realidad y que necesita incluirse en el actual Código de la Familia. 

Y aunque se trabaja en lograr estas demandas, mejor dicho, estos derechos; solo podemos ser optimistas y conformistas a la vez. Porque el principal logro del Cenesex, hasta el momento, ha sido insertar el tema de la homofobia y la transfobia en el debate público, cambiando la percepción de un sector considerable de nuestra población y convirtiendo en algo repudiable el hecho de ser una persona homofóbica o transfóbica. 

Aún así, las manifestaciones de desprecio y acoso no han desaparecido. Hace algunos días se hizo reconocida una foto del cartel que había publicado el Banco de Sangre de Sancti Spíritus. Con el nombre de Autoexclúyete, la entidad lleva a cabo una campaña donde pide y anima a las “personas que practiquen el homosexualismo, el bisexualismo y la promiscuidad sexual” que se mantengan exentas de realizar un acto tan humano y tan necesario en nuestro país como lo es donar sangre. 

Si ya la inquietud se trasladó directamente a la oficina del ministro de Salud Pública y del viceministro de Asistencia Médica, si el Cenesex comparte la misma preocupación sobre el carácter discriminatorio de dicha pancarta, cuya letra y espíritu son violatorios de la Ley 41 que regula el sistema de salud pública en Cuba; esperemos entonces que exista, lo más pronto posible, una respuesta a este hecho tan desagradable.

Y con el respeto de todos aquellos para los que diez jornadas han sido una imposición o una exageración, de los que consideran que estas campañas no son más que “una promoción al homosexual y al transexual” les dejo el argumento de un colega del periódico Trabajadores,  Francisco Rodríguez Cruz, además activista y colaborador del Cenesex: Cuando existen grupos de personas o sectores poblacionales que padecen algún tipo de desventaja social en cuanto al acceso a determinadas oportunidades o por no tener garantizados todos sus derechos, es lógico, inevitable y necesario visibilizar las problemáticas que les afectan, para que el resto de la sociedad identifique y resuelva esas carencias que lastima a otras personas en su propio seno”. 

Solo así se podrá lograr esa unidad, uniformidad social y sincretismo al que se aspira.

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