Arletty White Morales - «Mi
última producción surge cuando un trabajador de un banco (Abel Rodríguez) llega
a mi casa con un guion para que se lo revise. Es de suponer que admirara la
audacia de un joven que no tiene nada que ver con el cine, pero rechacé esa
primera propuesta. Mi sorpresa aumentó cuando me trajo varios guiones más, los
cuales conformaron, al fin, Últimos días
en La Habana».
Cuando
uno escucha esta presentación del realizador Fernando Pérez, director de
clásicos del cine cubano como Clandestinos,
Suite Habana y Jose Martí: El ojo del
canario, pero además con una dulzura y modestia increíbles, no puedes hacer
más que pensar «ño, pero qué tipo más chévere».
Y
Últimos días en La habana es la
identificación de Fernando Pérez con una realidad que le ha tocado vivir durante
72 años, y que si bien puede resultar una realidad reiterativa para muchos,
debido a temas como los solares, la homosexualidad, el sida, la marginalidad y
la gente que se va del país, él cree que
«si esa realidad es tan recurrente en el cine, es porque no se ve en otros
medios como la prensa, la radio y la televisión. El punto no es el tema, sino
la forma en que se trate».
De
esta manera siempre vemos un Fernando renovado y responsable de lo que sucede
en su país, tanto de lo bueno como de lo malo, con lo que está de acuerdo y con
lo que no. Y de alguna manera esa mirada es lo que quizás apreciamos en todas
sus películas: una libertad tal de expresión
y comunicación que hacen ineludible su compromiso con la vida.
¿Cómo asume Fernando Pérez
cada una de sus películas?
«Cada
película nueva es un desafío, un inicio, y es en esa búsqueda donde están los
riesgos, pero también las certezas. A mí me gustaría hacer un musical alguna
vez… pero bueno, esas son palabras mayores».
Algunas personas esperan otros
aspectos de la vida de Martí llevados al cine. ¿Ocurrirá como creación suya?
«Tengo
que ser sincero, yo no me siento capaz de hacer otra película sobre Martí.
Cuando tuve que hacer El ojo del canario
fui yo quien escogió la etapa de la niñez y la adolescencia porque allí me
sentía más libre y pude recrear un Martí que responde mucho a mi mirada, aunque
la película respeta, yo diría que en un 90 por ciento, los hechos históricos
comprobables de la vida del apóstol. Pero estoy seguro que otros jóvenes
cineastas abordarán en su momento esta parte de la vida de Martí que falta»
Vuelve a mencionar a los
jóvenes…
«Yo
fui joven también y lo sigo siendo, pero fui joven de edad, y recuerdo que ese
es el momento donde uno se abre a todas las posibilidades y donde uno quiere
que les abran caminos y le den oportunidades; y hay que darlas, porque hay
mucha nobleza, mucho talento y muchas ganas de hacer. De alguna manera a mí
también me enriquece la experiencia de compartir con los jóvenes, porque es un
intercambio donde yo transmito lo vivido y ellos me transmiten energía, y eso
es importante».
Fernando
Pérez casi termina la entrevista con los allí presentes tras mencionar todas las complejidades de Últimos días en La Habana, próxima a
estrenarse en las salas del país a finales de este mes, y comentar sobre su
nueva filmación: Insumisa, una
película de época que hace alusión a una mujer que tiene que travestirse para
poder ejercer una profesión de «hombres». Y fue entonces, en ese preciso
momento, cuando le interpelé acerca de la censura durante el Festival de Nuevo
Cine Latinoamericano de la película Santa
y Andrés.
Otra vez tuve que quitarme el
sombrero ante su persona:
«Santa y Andrés es una película de Carlos
Lechuga que pertenece a la parte de ese cine nacional que quiere reflejar la
complejidad de nuestra historia más reciente. Una película que lamentablemente
no ha encontrado su espacio aquí y que debió haberlo encontrado.
De hecho,
nadie ha podido impedir que la película se vea porque ya está en el paquete. Lo
lindo hubiera sido que se hubiera exhibido en nuestras pantallas y que todos
los cubanos hubiéramos podido discutirla a favor o en contra, porque bueno, ese
es el verdadero intercambio. Las ideas no se censuran, las ideas se discuten y
priman aquellas que son valederas para hacer».
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