Julio César: la vindicación de un líder




Por Alejandro Gavilanes Pérez
El adentrarse en la lectura de cualquier volumen de historia constituye un sacrificio, salvo para quienes el acercamiento a la “metatranca teórica” resulta un acto de placer. Muchos piensan que la seriedad de una investigación está dada en la sobrecarga de fuentes o en la abundancia de fechas y nombres. Por el contrario, las cifras banalmente utilizadas opacan la claridad del escrito y no aportan nada sustancioso. Michael Parenti[1], en cada uno de sus libros logra mantener un estilo fresco pero profundo que atrapa al lector desde los primeros momentos.
El Asesinato de Julio César. Historia del pueblo de la Antigua Roma, obra que mereció una nominación al premio Pulitzer, parece uno de esos libracos densos para académicos extremistas, sin embargo, la sencillez del lenguaje y lo interesante del relato permiten que el lector se familiarice con acontecimientos nunca antes relatados.
El reto de Parenti al enfrentarse a la escritura de este texto fue mayúsculo. No obstante, su interés por develar la cara oculta de Roma, maquillada por la mayoría de los intelectuales antiguos (Cicerón, Plutarco, Dión Casio, Josefo, Tácito…) y de la modernidad (Edward Gibbonn, Cyril Robinson…) quienes tienen una opinión pronunciadamente baja sobre la gente corriente, lo llevó a descubrir la realidad soslayada del Imperio Romano.
Y es que más allá de una minuciosa crónica de la vida de Cayo Julio César, Parenti narra otra historia, o la historia desde una perspectiva diferente: la de la otredad. Un relato del pueblo romano desde una visión populista y despojada de los clasicismos tradicionales, porque da voz a la plebe y a sus representantes, los popularis, estos últimos demonizados por pensadores clasicistas y denostadores de los verdaderos valores del pueblo romano.

Al estudiar el contexto social y político del asesinato de César, para centrar al lector en el mundo de luchas populares contra senadores enriquecidos y deseadores de más poder, Parenti afirma que fue César el último en una línea de reformadores que a lo largo de todo un siglo serían masacrados por los opulentos conservadores.
Nombres como Tiberio Graco, Cayo Graco, Marco Livio Druso, Sulpicio Rufo, Cayo Mario y Cayo Manilio se pronuncian por vez primera despojados de los calificativos de “demagogos” y “usurpadores”, para pasar a ser un conjunto de reformadores que anteponían a los intereses de la oligarquía las peticiones del pueblo. Y Julio César fue y es el más reconocido entre ellos.
“El pecado de César, en mi opinión, no fue subvertir la constitución romana (…) sino aflojar el dominio despótico que la oligarquía tenía sobre ella” (p. 3), dice Michael Parenti en la introducción a su obra al justificar el asesinato del líder supremo de la República.
En efecto, fue Julio César el hombre que fundó asentamientos para los veteranos de su ejército, que organizó fiestas y diversiones públicas, impuso nuevas reglas para el tráfico y el mantenimiento de las carreteras, aumentó los impuestos a las importaciones a los artículos de lujo, eliminó las multas a los deudores, proveyó a Roma de las mejores bibliotecas y fue el primer dirigente en garantizar a la sustancial comunidad judía de la ciudad el derecho de practicar su religión.
Pero Parenti no pone ojos ciegos, porque tampoco fue César un hombre santo. Por el contrario, devino “un saqueador de las tierras conquistadas, de los templos, santuarios y ciudades. Robó 3000 libras de oro del Capitolio y las reemplazó con bronce dorado y obtuvo a la fuerza casi 1,5 millones de piezas de oro del rey Ptolomeo de Egipto” (p. 148). A pesar de ello, los méritos del imperator perpetuus no pueden ser opacados y menos por las voces de sus enemigos.
Dejo al lector la tarea de investigar y de valorar por su cuenta la labor de Julio César, para que se adentre en un laberinto plagado de luchas encarnizadas por el poder, pero también de las batallas entre una minoría plutocrática y una mayoría indigente, del uso de la religión con fines perversos, del abuso sexual hacia los esclavos, de las penurias de cualquier ciudadano corriente del Imperio Romano, al que la avaricia de unos pocos llevó a la debacle. 


Michael Parenti (1933, Estados Unidos). Doctor en Ciencias Políticas en la Universidad de Yale. Es considerado uno de los intelectuales norteamericanos más progresistas de los últimos tiempos por la visión populista que propone de la historia. Autor de casi una veintena de librosy de casi 250 artículos publicados en diversos medios. El libro El asesinato de Julio César… deviene su obra maestra y fue nominado para el premio Pulitzer por la relevancia y novedad de la investigación.

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