Soñar desde el primer día del año


Miguel Angel Castiñeira - Comenzó un nuevo año, se está acabando el primer semestre. Pudiendo hacer más, pudiendo dejar de asistir a las clases para hacer intentos de reportajes, crónicas, entrevistas, notas…, pudiendo recortar las horas de estudio para escribir en este mismo blog, pudiendo participar en la cobertura de los Juegos Criollos, pudiendo hacer mil tres cosas, sinceramente, no las hice.

Peor que fracasar, resulta poner todo tu empeño en algo y, después, fracasar. Eso no todos lo resisten. Por eso trato de sentirme bien mientras me esfuerzo. Tal vez nunca llegue a donde quiero, sin embargo, no fue porque dejé de intentarlo.
 Decidí trazarme nuevos proyectos para el 2017. Si algún amigo se siente igual que yo, lo convido a acompañarme en este afán de ser mejor cada día. Ojalá y todo no se quede en un bla bla bla… infinito. Eso depende de mí.
 1-Buscar más la culpa en mí que en el entorno circundante a la hora de rastrear la causa de mi infelicidad
2-Contribuir más con los proyectos colectivos, porque ningún medio en el mundo, hasta donde sé, lleva el nombre del periodista más destacado
3-Dar menos consejos y dar más el ejemplo, porque rara vez somos capaces de seguir nuestras propias recomendaciones
4-Si de consejos se trata, prestar más atención a los consejos de mis compañeros. Aunque ni ellos mismos, a veces, sean capaces de seguirlos
5-Estar más consciente de lo difícil que resulta tener la vida que queremos para los demás
6-Recordar siempre que aquí todos somos necesarios, pero nadie es imprescindible
7-Recuperar la humildad que, a cada rato, pierdo
8-No fiarme del talento y sí de la auto preparación
9-No hablar más del servicio militar a aquellos que no lo pasaron (no tienen por qué seguirlas todas)
10-Sobre todo, llamar a las cosas por su nombre y aprender a ser crítico y autocrítico
Nada puede haber más distante que la realidad y la expectativa. Mucho se ha hablado, incluso caricaturizado, sobre el tema. Esta lección, por suerte, el hombre jamás la aprenderá, porque le permitirá seguir soñando, incluso cuando en el alma no le quepan más desilusiones. 

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