"Este fue mi primer
Longina. Escucho por boca de los viejos que, comparado con otras ediciones,
estas últimas han dejado mucho que desear. Sin embargo, y a pesar de las
deficiencias que existieron, considero que se realizó un muy buen trabajo por
parte de los organizadores y de los participantes".
Miguel Angel Castiñeira García- Para hacerme el
“sapingo”, término derivado de sapiencia, empleado en esta ciudad para definir
a los intelectuales e intelectualoides, me puse unas sandalias de los artesanos
que me hicieron sufrir infinitamente, porque su cuero tenía más filo que la
espada de Voltus V. Por poco voy descalzo al Coctel de Bienvenida, donde, con
un concierto de Lázaro García, se dio inicio oficial a la cita.
Silvio Rodríguez cantó en el Parque Vidal.
Levis Aliaga, fundador del trío Enserie, volvió después de quince años. Los
cantautores cienfuegueros Nelson Valdés y Ariel Barreiros tocaron en la
Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas junto a la peña local La Cañasanta, constituida por profesores y
estudiantes de la enseñanza superior. Y, para finalizar, un concierto de Buena
Fe y Frank Delgado el cual le “tumbó el pase” a muchos jóvenes que prefirieron
no regresar a sus casas ese fin de semana.
Recordaré estos
diez días por dos razones fundamentales. La primera fue la magnífica
experiencia de conocer una ciudad que ama tanto la canción trovadoresca. La
segunda fue la flojera estomacal que atentó contra las coberturas que realicé
junto al grupo de prensa de la FEU de UCLV. Por suerte, no faltaban ejemplares
de la revista GUAMO para conocer los anales de tan afamado festival y para que
ellos, debido al déficit de papel sanitario, conocieran los míos.
Este fue mi primer
Longina. Escucho por boca de los viejos que, comparado con otras ediciones,
estas últimas han dejado mucho que desear. Sin embargo, y a pesar de las
deficiencias que existieron, considero que se realizó un muy buen trabajo por
parte de los organizadores y de los participantes.
Reconocer el esfuerzo
de la Asociación Hermanos Saíz en sus treinta años de fundada, al mismo Grupo
GUAMO para la Comunicación de la Cultura en Villa Clara, a Ramón Silverio y su
Mejunje, a los invitados que pusieron en alto a la canción pensante, a los
invisibles imprescindibles: camarógrafos, luminotécnicos, encargados del audio…
que son los primeros en llegar y los últimos en irse, pero, sobre todo, al
pueblo que acompañó cada función y demostró que en Santa Clara sí impera el
buen gusto musical.
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